Considerada en su tiempo como El mercado abierto mas grande de los EEUU, centenares de tiendistas y empresarios disponian sus caballetes y exibian sus mercaderias a los miles de transeuntes que colmaban el lugar cada fin de semana.
Era un muy buen lugar para hacer negocios y las baratijas estaban a la orden del dia.
Dificil hacer entender a los mas jovenes con sus iphone, twitter, videos, etc, que la gente disfutaba salir a la calle y hacer las compras bajo el sol, no solo los 21 de Septiembre.
Maxwell Street fue el refugio de miles de musicos de blues que en ella encontraron el sustento, ellos ponian su talento y el publico les recompensaba con el cambio sobrante.
Uno de los negocios que se instalo, a partir de 1962 fue el Blues blus, una creacion de John Johnson, quien tambien era su conductor.
El Blues bus aparcaba en la calle Maxwell y funcionaba como tienda de venta de discos y cassettes de segunda mano.
Las cintas costaban tres dolares, aunque era probable que te lleves tres por seis dolares. Los cassettes no duraban demasiado, ya que pasaban años en el clima de Chicago, de un espantoso calor a un frio glacial. Ademas sufrian los inconvenientes de un producto exhibido en el exterior, sol, lluvia, etc.
La gente solia agruparse alrededor del bus, y no era raro ver gente bailando mientras se reproducia music a traves de los viejos y gastados parlantes.
Hoy dia, lejos estan los tiempos de esplendor de Maxwell Street y del blues bus. La primera fue adquirida por la Universidad de Chicago, la que lentamente va demoliendo seccion por seccion para transformarla en estacionamiento para sus alumnos.
Y el blues bus? en muy malas condiciones, ya no opera como tienda , pero fue tomado por la comision de preservacion de Maxwell Street, la que en 2009 lo llevo al Festival de blues de Chicago y lo utilizo para vender libros historicos y le dio a los primeros 5000 visitantes posters y fotos de la original Maxwell Street.
Ojala que se lo restaure y podamos, en el futuro , poder conocer este pedazo de historia de la ciudad de Chicago.
Pablo Piñeiro, 2011
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