La historia grabada del blues.
Siempre es un buen momento para darnos un respiro musical, olvidarnos del caos y disfrutar en notas la visión de algún inspirado ser; en este caso, a través del cineasta Martin Scorsese, que trae esta cuidada caja con cinco Cds destinada a ser el complemento sonoro (y comercial) de la serie de siete películas-documentales sobre el blues y que contaban con directores tan prominentes como Clint Eastwood, Mike Figgis, Wim Wenders o el propio Scorsese.
Si en formato audiovisual podemos observar la visión de los cineastas sobre diversos aspectos del género, en el material nos encontramos con una amplia y bien balanceada compilación de los diversos estilos y grandes figuras de este género musical con más de un siglo de historia. Son más de cien canciones acomodadas en los cinco Cds que tienen en cuenta su momento de grabación.
Siguiendo una línea cronológica aunque con algunos saltos, la recopilación nos lleva por los orígenes del género grabado en los dos primeros discos, con pioneros como Charlie Patton, Son House, Bessie Smith o Robert Johnson, a la fértil década de los cincuenta en el Cd tres, con Elmore James, Muddy Waters o Chuck Berry, y de ahí al redescubrimiento del blues por intérpretes blancos en los sesenta, mezclado con otras obras maestras y más actuales en el número cuatro y cinco.
El blues nació como tal en estados sureños de EEUU a finales del siglo XIX, gracias a la fusión de diversos ritmos provenientes tanto de África como Europa. Fueron en su mayoría esclavos negros los que dieron forma a esa nueva música que tal vez deba ser entendida como un sentimiento, más que como un género musical. El término “blues” podría ser traducido como tristeza y, aunque no todas las canciones consideradas blues comparten ese sentimiento, éste es un leiv motiv recurrente dentro de la temática habitual.
Durante su más de un siglo de historia registrada, el blues ha dejado gran cantidad de historias, mitos, obras maestras y standards que marcaron el devenir de la música popular del siglo XX. En estos cinco Cds encontramos una buena aproximación a todo aquello que se considera blues.
Podemos encontrar, por ejemplo, el “St. Louis Blues”, de W.C. Hardy, de 1923, considerada como la primera canción en utilizar el término “blues” en su nombre y que es ejecutada por una big band de Jazz, género musical hermano al que a veces sólo una línea difusa separa del blues. En este lugar indeterminado podríamos ubicar a las primeras damas del blues, de voces profundas y biografías turbias, como Mamie Smith, Ma' Rainey o Bessie Smith.
Leyendas como la del cantante, compositor y guitarrista del Delta del Mississipi, Robert Johnson, dicen de que, al principio, no era un artista especialmente dotado al que los bluesmas más reputados le recomendaron abandonar, pero que después de un tiempo desaparecido retornó transformado en un intérprete privilegiado. Ciertos testigos contaban cómo era capaz de estar en una fiesta hablando y bebiendo completamente ajeno a la música y después tomar la guitarra y tocar una tras otra todas las canciones que habían sonado.
Empezó a correr la leyenda de que Robert Johnson había vendido su alma al diablo en un cruce de caminos del Delta a cambio de convertirse en el mejor intérprete de blues. El propio Johnson se dedicó a difundir esta leyenda, aunque el hecho que la reafirmó fue su temprana y extraña muerte, a los 27 años de edad y al parecer envenenado por una amante despechada. Sólo entró dos veces en un estudio de grabación dejando únicamente un puñado de canciones como recuerdo de su arte. Como curiosidad hay que decir que Keith Richards, celebérrimo guitarrista de los Rolling Stones, lleva un saquito con arena de un cruce de caminos del Delta de Mississipi en su honor.
Uno de los grandes difusores de la leyenda de Robert Jonhnson fue Son House, pionero del blues que después de no ver futuro en la profesión se retiró de los escenarios y no fue recuperado para la música hasta los años 60, cuando Alan Wilson, joven guitarrista de blues rock con el grupo Canned Heat tuvo que casi volver a enseñarle a tocar la guitarra, como lo hacía 30 años antes.
Una figura como Elvis no hubiera existido sin la presencia previa de un Chuck Berry, y éste no hubiese sido nada sin Muddy Waters, quien a su vez se inspiró en artistas anteriores y así un etcétera, hasta llegar a los esclavos negros que fundieron su bagaje cultural con la música que encontraron en el nuevo mundo.
A pesar de su decisiva influencia en la creación del Rock& Roll, el blues no gozaba de gran popularidad a principios de los años 60. Fue entonces cuando este género fue reivindicado por grupos británicos que surgían en aquellos momentos y que acabarían siendo míticos. Así, bandas como los Animals, los Blues Breakers de John Mayal, los Yardbirds o los Rolling Stones (que tomaron su nombre de una canción de Muddy Waters) reconocerían a los viejos artistas de blues como su guía e inspiración, realzando carreras y recuperando nombres para la historia de la música popular, haciéndolos conocidos globalmente.
Curiosamente, la globalización del blues producida en los años sesenta nos hace encontrar guitarristas como el malí Alí Farka Touré, que hizo con el blues el camino inverso; es decir, lo mezcló con los ritmos africanos.
Estamos, en fin, ante una buena y relativamente exhaustiva revisión del género que puede servir como introducción para los neófitos, y que ya conozcan algo podrá descubrirles algún artista o canción que les sorprenderá. La compilación referida está llena de pequeños tesoros esperando ser descubiertos. Además la caja viene acompañada de un extenso y cuidado libreto, donde se repasa la historia de las canciones y los artistas incluidas en esta recopilación.
Para aquellos que quieran profundizar más en los artistas, dentro de esta misma serie se pueden encontrar doce discos compactos dedicados a otros tantos artistas del género como Bessie Smith, Stevie Ray Vaughan o Muddy Waters.
Alex Azorin
http://www.avenida24.com
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario