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lunes, marzo 21, 2011

Keith Richards levanta el telón de sus recuerdos

Vida. Memorias de Keith Richards, libro de reciente aparición en México, es un compendio de la existencia del guitarrista que, con los Rolling Stones, ha sido uno de los protagonistas de la creación del mundo del espectáculo y el arte del rock.



México.- Resulta difícil imaginar que Keith Richards, guitarrista que llena estadios con los Rolling Stones, inició su carrera con un concierto en el gimnasio de una escuela. Lo que más recuerda es que, junto con su amigo el guitarrista Michael Ross, se ligaron a dos muchachas y se las llevaron a un parque.


En Vida. Memorias de Keith Richards (Global Rhythm), libro escrito en colaboración con James Fox, cuenta: “Nos pasamos toda la noche besándonos (un desmadre de lenguas retorciéndose como anguilas) y luego nos quedamos a dormir allí hasta la mañana, pero recuerdo que pensé: ‘¡Coño, mi primer bolo y he pillado! ¡Joder! Igual esto de la música tiene futuro’”.



¡Y vaya que tuvo futuro! Ser el integrante insustituible de los Stones ha sido un privilegio tan divertido como doloroso , pleno de aventuras, descubrimientos y álbumes que llevan como firma la autenticidad. En las páginas del libro está su visión sobre el mundo del arte y el espectáculo que se iba inventando a medida que el grupo crecía.



Integrante de un grupo coral, soportó que le dijeran “mariposita” porque los ensayos le permitían evadir algunas clases. Allí aprendió “un montón de cosas sobre el canto, la música y el trabajo con músicos; aprendí a organizar una banda y a mantenerla unida”.



Hemos de conceder que, más que Mick Jagger, Richards ha seguido al pie del cañón, desde que fundaron el grupo con una propuesta cimentada en el blues y el rhythm and blues. El blues, sostiene, “es universal, motivo por el que todavía sigue dando guerra, y la sensación que genera se difundió gracias a los discos. Fue como si se levantara el telón respecto al sonido”.



Su encuentro con Mick Jagger —sólo ambos podrían predicar: “Los Rolling Stones somos nosotros”— fue un amor a primera vista. “Si te metes en un vagón de tren con un tío que lleva bajo el brazo la grabación de Chess Records del Rockin’ at the Hop de Chuck Berry y The Best of Muddy Waters, cómo no va a ser amor a primera vista, si el tío tiene en casa el tesoro del pirata Henry Morgan”, recuerda.



Dolorosa fue la relación del grupo con Brian Jones, quien acabaría muerto en una piscina el 3 de julio de 1969. A juicio de Richards, Jones “se convirtió en una especie de engendro insaciable que devoraba estrellas, fama y atención (...) En cuanto tuvimos un par de éxitos, ¡zas, se creyó que era Venus y Júpiter todo en uno!”



¿Cuál es la sensación de estar en el escenario con el grupo proclamado el mejor acto de rock and roll del mundo? La respuesta está en este párrafo: “Es una sensación impagable. Y llega un momento en que te das cuenta de que realmente has abandonado el planeta durante un rato y de que eres intocable flotando a varios metros del suelo porque estás con otros tíos que quieren hacer exactamente lo mismo que tú y, cuando funciona, eso te da alas.”



En el libro hay sexo, pero no explícito, mucho rock and roll y drogas, pero también se habla de sus relaciones amorosas, desde la tempestuosa Anita Pallenberg —que pasó de Jones a Jagger y luego a Richards— hasta su feliz matrimonio con todo y boda en Cabo San Lucas y su relación de amor y odio con Jagger. También habla de proyectos solistas y colaboraciones, todo escrito con una prosa fluida e ingeniosa.



¿Se acabarán pronto los Rolling Stones? El tiempo lo dirá, pero Keith Richards no está dispuesto a renunciar al grupo al que se ha entregado en cuerpo y alma. “Cuando me doy cuenta de que he dado con el tiempo adecuado y tengo a toda la banda detrás, es como un avión despegando, ni noto si tengo los pies tocando el suelo, me elevo a otro lugar. La gente me pregunta: ¿por qué no lo dejas? El hecho es que no me puedo retirar hasta que no estire la pata. Lo hago no sólo por el dinero ni por ti. Lo hago por mí”.



Ojo con las drogas



Richards está lejos de declarar que las drogas destruyen, pero sí habla de la conveniencia de viajar con tiento, como se lee en algunos párrafos de Vida:



• Básicamente, mi entrada en el mundo de las drogas fue con la crème de la crème.



• Tenías que estar con la gente adecuada cuando te tomabas un ácido, si no... ¡mucho cuidado!



• La razón por la que todavía sigo aquí es probablemente que nunca nos metíamos, en la medida de lo posible, nada que no fuera droga de la mejor calidad.



• Era muy meticuloso con cuánto me metía: nunca le he puesto un poco de más para estar un poco más ciego. Ahí es donde la mayoría de la gente la caga, al sucumbir a la codicia.



• Debo insistirle, a quien lea esto, que estoy hablando de una cocaína inmejorable y de la heroína más pura que había. (... ) Me sentía todo el tiempo como Sherlock Holmes: afinando y calibrando para gestionar la propia mortalidad, la propia levedad.



• Hoy las drogas no las hacen como antes.

Xavier Quirarte

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